POÉTICAS ABSURDAS

miércoles, 13 de junio de 2012


Busco una mirada particular sobre el mundo, pero mi mirada aunque es particular, coincide con lo que atrae a la mayoría: lo común, lo convencional, lo intrascendente.  Ni siquiera encuentro una perspectiva que salve mis fotografías, o tampoco tengo una dificultad en mi ojo que me estire o coloree las figuras de forma diferente.  Para colmo, tengo un gusto más que convencional por los libros y no entiendo la poesía, esas escrituras íntimas o reaccionarias en versos.   Qué mal para mi arte.  No consigo una poética que me rescate.

LOS HACEDORES

El joven arquitecto bosquejó en un papel el diseño de su casa ideal.  El living estaría para abajo —tres escalones de madera serían su margen— y su corazón sería una chimenea.  El comedor se ubicaría bajo un techo abovedado y a las habitaciones las pondría encima, en declives, aprovechando las patas cojas de sus muebles.  Una escalera móvil uniría ambos pisos, porque había que ganar espacio para cuando vinieran las visitas.  Los baños eran molestos pero imprescindibles, así que los ubicó detrás de cada puerta, para que se adelantaran a la necesidad del usuario.  El diseño se completaba con enormes ventanales que le darían luz a todos sus espacios, aunque una pared quedaría liberada para acodar su absurda biblioteca.  Llamó al albañil, el más certificado por su gremio, que miró los planos y le dijo que sería imposible.  Ante la decepción del arquitecto, lo miró con esas miradas comprensivas que se usan con los niños y agregó que “el mundo todavía no estaba preparado para un diseño así”.  Yo, que fui testigo de la situación, le pregunté al albañil por qué le dijo la segunda frase si el diseño era realmente absurdo.  Y el albañil, con la misma mirada, me dijo “porque es verdad”.

LA VIDA ÓREO

jueves, 19 de enero de 2012

No soy una lectora desaforada, eso que antes lo era. No hago deportes, eso que antes competía estando federada. No voy a viajar estas vacaciones, eso que viajar es lo que más me gusta y disfruto. Tampoco fui al río ayer, a pesar de que amo el verano y el agua. No tengo planes para hoy aunque anhelé el tiempo libre. Espero terminar un nuevo cuento, aunque no tengo ganas de escribirlo. Desde lo exuberante hasta lo nimio, quien soy, hoy se manifiesta en la deserción. Tal vez haga zapping, evasiva manera de evadirse. O tal vez siga perdiendo el mientras tanto: ese espacio de relleno que te viene con el paquete de vida que te tocó.

PEOR QUE EL FRACASO

Sé que hasta que el triunfo o el fracaso no corone la finalidad de los actos que iniciamos, estos actos tienen el sabor de la nimiedad, de la locura, la dejadez o cualquier adjetivo que queramos ponerles. ¿Qué pasa mientras tanto? Aparentemente, nada. Estoy convencida de que el “mientras tanto” es más pesado de cargar que el fracaso en el que pueda culminar cualquier acción.

MANIFIESTO DE UNA FILOSOFÍA DE LA NIMIEDAD

Propongo una filosofía de la nimiedad. Una filosofía vivencial, situada en el efímero y a la vez eterno ahora, y por esto, una filosofía de la contradicción, de la subjetividad, de lo que se te va ocurriendo mientras tratás de resolver esto que todos llamamos “vida”. La erijo como una filosofía práctica, aunque no estrictamente utilitaria. Ni universal ni particular; no tiene que pertenecer a un sistema filosófico o político, contraponerse a la religión o buscar negociación con la ciencia, o tampoco asentar una postura mística o metafísica. Reitero, es una filosofía de la nimiedad, una filosofía desamorada pero comprometida. Tan evidentemente manifiesta y escurridiza que ni tenga que escribirse o fundamentarse en nada absolutamen...

PROMETEO

lunes, 2 de enero de 2012


La felicidad no me fue dada.  Así que como Prometeo, me propuse robarla de algún lugar.  Tuve éxito, aunque no consigo recordar a quién se la quité o cuándo o dónde fue que la obtuve.  Por eso temo el castigo de los dioses y ando por la vida evitando las aves y las rocas.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA


Porque la vida es también esa cosa desapasionada que te toca la puerta.  No sé.  La mugre que se junta en las esquinas, el tedio del horario laboral, otra reunión a la que tenés que ir porque son compromisos asumidos.  Como las estaciones.  Me gustan la primavera y el verano, pero tengo que vivir indefectiblemente el invierno y el otoño.  Sin magias, sin romanticismos y sin poder rebelarme porque no me sirve de nada.  Y así, la vida se te aparece con cara de lunes, con el kilombo que armaron los vecinos anoche, con la rueda pinchada del auto o el malhumor de otros que se te cruzan ese día.  Y vos te parás y decís, “esto no lo elegí”.  Y es verdad.  Pero también es verdad que tus planes siguen, tu vida sigue, tus logros o tus metas están ahí, en el mientras tanto, esperando el momento preciso en que deben manifestarse, en los que sí, la vida es maravillosa.  Y yo que había creído que la vida era constantemente grandiosa, que en todo momento se te manifestaba con esa vitalidad o plenitud que esperás llevarte a la tumba.  Pero descubro que más allá de la grandeza, el mientras tanto es lo que más persiste en la maldita cotidanidad.

INMORTALIDAD


¿Qué haría si viviera 200 años? Porque es una utopía para mí vivir tanto.  Pero al mismo tiempo, a veces me encuentro harta de mi porción de vida tomada.

OSCURIDAD


Y todos siguen en su mundo y el mundo sigue más allá de mí.  El mundo no me toma en cuenta, no me consulta, no me incluye.  Soy un ser anónimo, invisible e inexistente que es llevado por la vorágine de acontecimientos o situaciones de las que algunos manotazos me salvan.  Y cuando yo no esté será exactamente lo mismo; quizás una estadística entre los muertos de cáncer o las balas o los autos, el suicidio o la vejez.  Me extrañarán los papeles: acá no firmó, nadie está en esa ventanilla, las boletas siguen sin ser pagadas.  Ni siquiera el amor persiste más allá del alma de quien te sintió, y ése, el que te sintió también morirá.  La memoria está en la memoria individual; la vida, en la persona que la vivió.  Lo demás sigue su curso: tránsito interminable sobre cadáveres de pequeños mundos creados para no hacer del “mundo” una tumba.

POÉTICA DE LA CREACIÓN LITERARIA

domingo, 18 de septiembre de 2011


Siento la necesidad de leer y de pensar. De lo primero, aprendo la estructura, conozco el mundo desde otros. De lo segundo, encuentro la puerta. Necesito además un tercer elemento: la vida sacudiéndome. Así, puedo imaginar porque el mundo me convoca, puedo escribir porque voy comprendiendo y quiero contarlo.
Todo el tiempo tengo la sensación de que pequeños aunque incompletos mundos habitan en mí. Son vacilantes, heterogéneos, infantiles o crueles, pero persistentes.

SOBRE EL ORIGEN DE LA LOCURA

No es que la locura produce revelaciones místicas. Es que estas revelaciones ocurren inesperadamente a personas que no están preparadas para recibirlas. Y son tan avasalladoras por el grado de verdad que encierran —o aun de premonición—, que pueden enloquecer al más cauto. Aquí se podría aplicar el siguiente razonamiento: si enloquezco, entonces a estas revelaciones les quito el grado de verdad, pero en cambio si permanezco cuerda, debo aceptar que el mundo no es como me lo han enseñado. En resumen, si las revelaciones se presentan, la realidad se desmorona, pudiéndose cobrar incluso la cordura del sujeto.

SEMINALIDAD INFANTIL


Rodolfo Kusch (filósofo argentino 1922 – 1979) sostenía que la “seminalidad infantil” era aquello que atacaba al ser (estar) de América por haber reprimido su veta indígena, obligado por la imposición del pensamiento racional traído desde épocas de la Conquista. Dicho de otro modo, el ordenamiento del mundo en categorías condujo a nuestra raza —mestiza desde entonces— a un recurso de supervivencia, que la llevó a ocultar toda emoción, intuición y por lo tanto irracionalidad, debajo de los conocimientos foráneos que se presentaron con un dogmatismo medieval, verdades absolutas, puras, incuestionables, que algunos no nos creímos del todo. Así fue como la sabiduría de América cedió ante el conocimiento instituido desde Europa; la consecuencia que él observa en las personas es lo que llama “seminalidad infantil”: se trata de personas muy inteligentes que se comportan como niños porque se han cerrado a sus emociones o temen caer en lo tenebroso de la ambigüedad. Y ahí me encuentro yo, conversando entre pizzas y cerveza, con algunos amigos que construyen el mundo desde estas categorías racionales y debaten y se acaloran y se enojan —hay que ver cómo se enojan— si su endeble mundo es atacado por algún cuestionamiento que no pueden comprender, porque la razón no es suficiente para eso. Y yo ni les digo de dónde es que me vienen estas ideas, que son una suma de cosas, algo más que una anoréxica idea a priori. Y entonces responden con ironía, con prejuicios, con toda la gama de neologismos inventados por personas como ellos para decir lo mismo —y que ratifican sus diccionarios o sus catedráticos—, de que en el fondo tienen miedo de dejarse llevar, de arriesgarse con lo que no entra en un cuadradito, de tratar de abrirse al mundo, de despertar más sentidos que los cinco, que personas como ellos nos han hecho creer que teníamos durante tanto tiempo.

ROGE

miércoles, 17 de agosto de 2011

Y sí. La muerte llega y te arranca a quien más querías. No hay lógica. Repasás los hilos que te llevaron hasta ahí y ahora los encontrás obvios: hubo sutilísimas señales que te indicaban el fin. Pero no la ves hasta que ya llegó y se te vuelve evidente. Te quedan los brazos vacíos, tu cuerpo que extraña ese abrazo particular. Entonces pensás si quien se fue, fue feliz; qué hiciste con él, cómo contribuiste a embellecer o fastidiar su vida. Te sentís responsable por los puntos pendientes. Pero la muerte es parte de la vida y sucede. Entre tu abulia o tu falta de tiempo, entre tus horarios, rutinas, enojos, ella no espera ser invitada, solamente viene. ¿Me ha usado como uno de sus instrumentos?, así como fui parte de su vida, ¿lo fui también de su muerte? Lo ignoro.
Mi tristeza es grande y mi memoria es tan frágil que temo olvidar lo importante. Pero qué es lo importante. Me queda ese tramo de vida en que me acompañaste, te llevás el tramo de vida en que te acompañé.

INCERTIDUMBRE

lunes, 27 de junio de 2011

Soñé que corría por un laberinto y que alrededor mío, otras personas competían conmigo por alcanzar el centro, que estaba destinado para uno solo.  Y así, en cada bifurcación, yo debía tomar la dirección correcta porque sino perdía mi posibilidad, y en un existencialismo extremo, donde soy mi posibilidad, perderla significaba perderme y haber vivido mi vida en vano.  Pero entonces desperté y no supe cómo terminaba mi sueño.  Me sentí como en mi vida en general, donde siempre siento que voy hacia algún lugar pero sigo ignorando dónde estoy.