La felicidad no me fue dada. Así que como Prometeo, me propuse robarla de algún lugar. Tuve éxito, aunque no consigo recordar a quién se la quité o cuándo o dónde fue que la obtuve. Por eso temo el castigo de los dioses y ando por la vida evitando las aves y las rocas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario