LA ETERNA INICIACIÓN

sábado, 25 de diciembre de 2010

En la primera parte de su vida, aprendió esquemas de supervivencia —resistir la adversidad, desear lo mínimo necesario, no esperar nada de los otros, etcétera— que debió desechar en la segunda parte de su vida, ya que estos mecanismos no eran tan efectivos en la sociedad más amplia, que tenía un poco de todo. Aquí se encontró con que ya era viejo para saber tan poco del mundo y la vida, pero demasiado joven como para poder descifrarlo. Invirtió años tratando de entenderlo y cuando más o menos lo hizo, creyó transitar la tercera parte de su vida, en la que comprendía lo que debía hacer, pero en la que se encontró con que sus viejos hábitos volvían a atraparlo en los viejos esquemas de supervivencia. ¿Cómo vivir, entonces? Si escapaba de sí mismo volvía a caer en sí mismo, pero si buscaba cambiar, la incertidumbre volvía a encerrarlo en lo que antes le había dado resultado y volvía al sí mismo al que estaba habituado, pequeño y previsor, por temor a perderse. La respuesta se le aparecía como un salto al vacío. Ignoraba si de su coraje, su voluntad, su confianza o qué, saldrían las alas que le permitirían volar.

AMBIGÜEDAD DEL SÍMBOLO

Antes tenía la certeza de que si encontraba el símbolo los telones del mundo caerían y la realidad se abriría ante mí desvelada, pura, absoluta. Recorrí el mundo buscándolo. Toleré su imperfección con la convicción de que si no pronto, antes de morir, lo vislumbraría y la verdad sería la compañera del paso último. Fue, como dije, mi certeza, el motor de mi búsqueda. Hasta que una mañana desperté entre extraños que hablaban una de las tantas lenguas del mundo y busqué algo que reflejara mi rostro para saber quién era, qué hacía allí. El reflejo me devolvió un rostro envejecido y pensé que así debía verse la muerte. Conmovida por la nostalgia, deseé regresar a las tierras de las que había partido, olvidándome por primera vez de mi quimera. Morí antes de regresar. Tal vez en algún lugar había hallado el símbolo y lo ignoré por la certeza de que debía buscarlo. O tal vez no se tratara de un símbolo único sino de pequeños y constantes símbolos, más bien parecidos a señales que me marcaban un camino. Esto fue lo que pensé mientras me alejaba con la muerte, mirando hacia atrás.

ADIVINACIÓN

La consulta a los arcanos para saber qué decisión tomar no siempre nos orienta en la mejor dirección. Como en el sueño de Agamenón que solo sirve para fomentar el heroísmo de Aquiles, puede ocurrir que nuestra acción sea influida para favorecer el protagonismo de otro. O quizás debamos aceptar que no siempre saldremos victoriosos y que la adivinación nos orientará a ese mal paso del que debemos aprender a levantarnos.