LA VIDA ÓREO

jueves, 19 de enero de 2012

No soy una lectora desaforada, eso que antes lo era. No hago deportes, eso que antes competía estando federada. No voy a viajar estas vacaciones, eso que viajar es lo que más me gusta y disfruto. Tampoco fui al río ayer, a pesar de que amo el verano y el agua. No tengo planes para hoy aunque anhelé el tiempo libre. Espero terminar un nuevo cuento, aunque no tengo ganas de escribirlo. Desde lo exuberante hasta lo nimio, quien soy, hoy se manifiesta en la deserción. Tal vez haga zapping, evasiva manera de evadirse. O tal vez siga perdiendo el mientras tanto: ese espacio de relleno que te viene con el paquete de vida que te tocó.

PEOR QUE EL FRACASO

Sé que hasta que el triunfo o el fracaso no corone la finalidad de los actos que iniciamos, estos actos tienen el sabor de la nimiedad, de la locura, la dejadez o cualquier adjetivo que queramos ponerles. ¿Qué pasa mientras tanto? Aparentemente, nada. Estoy convencida de que el “mientras tanto” es más pesado de cargar que el fracaso en el que pueda culminar cualquier acción.

MANIFIESTO DE UNA FILOSOFÍA DE LA NIMIEDAD

Propongo una filosofía de la nimiedad. Una filosofía vivencial, situada en el efímero y a la vez eterno ahora, y por esto, una filosofía de la contradicción, de la subjetividad, de lo que se te va ocurriendo mientras tratás de resolver esto que todos llamamos “vida”. La erijo como una filosofía práctica, aunque no estrictamente utilitaria. Ni universal ni particular; no tiene que pertenecer a un sistema filosófico o político, contraponerse a la religión o buscar negociación con la ciencia, o tampoco asentar una postura mística o metafísica. Reitero, es una filosofía de la nimiedad, una filosofía desamorada pero comprometida. Tan evidentemente manifiesta y escurridiza que ni tenga que escribirse o fundamentarse en nada absolutamen...

PROMETEO

lunes, 2 de enero de 2012


La felicidad no me fue dada.  Así que como Prometeo, me propuse robarla de algún lugar.  Tuve éxito, aunque no consigo recordar a quién se la quité o cuándo o dónde fue que la obtuve.  Por eso temo el castigo de los dioses y ando por la vida evitando las aves y las rocas.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA


Porque la vida es también esa cosa desapasionada que te toca la puerta.  No sé.  La mugre que se junta en las esquinas, el tedio del horario laboral, otra reunión a la que tenés que ir porque son compromisos asumidos.  Como las estaciones.  Me gustan la primavera y el verano, pero tengo que vivir indefectiblemente el invierno y el otoño.  Sin magias, sin romanticismos y sin poder rebelarme porque no me sirve de nada.  Y así, la vida se te aparece con cara de lunes, con el kilombo que armaron los vecinos anoche, con la rueda pinchada del auto o el malhumor de otros que se te cruzan ese día.  Y vos te parás y decís, “esto no lo elegí”.  Y es verdad.  Pero también es verdad que tus planes siguen, tu vida sigue, tus logros o tus metas están ahí, en el mientras tanto, esperando el momento preciso en que deben manifestarse, en los que sí, la vida es maravillosa.  Y yo que había creído que la vida era constantemente grandiosa, que en todo momento se te manifestaba con esa vitalidad o plenitud que esperás llevarte a la tumba.  Pero descubro que más allá de la grandeza, el mientras tanto es lo que más persiste en la maldita cotidanidad.

INMORTALIDAD


¿Qué haría si viviera 200 años? Porque es una utopía para mí vivir tanto.  Pero al mismo tiempo, a veces me encuentro harta de mi porción de vida tomada.

OSCURIDAD


Y todos siguen en su mundo y el mundo sigue más allá de mí.  El mundo no me toma en cuenta, no me consulta, no me incluye.  Soy un ser anónimo, invisible e inexistente que es llevado por la vorágine de acontecimientos o situaciones de las que algunos manotazos me salvan.  Y cuando yo no esté será exactamente lo mismo; quizás una estadística entre los muertos de cáncer o las balas o los autos, el suicidio o la vejez.  Me extrañarán los papeles: acá no firmó, nadie está en esa ventanilla, las boletas siguen sin ser pagadas.  Ni siquiera el amor persiste más allá del alma de quien te sintió, y ése, el que te sintió también morirá.  La memoria está en la memoria individual; la vida, en la persona que la vivió.  Lo demás sigue su curso: tránsito interminable sobre cadáveres de pequeños mundos creados para no hacer del “mundo” una tumba.