LA EVASIÓN

miércoles, 10 de marzo de 2010

He pensado que la persistencia de lo fantástico en las primeras películas del milenio, nos están mostrando el afán posmoderno de evadirnos de esta excesiva tecnificación y burocratización de los sistemas que hemos creado. Así se entiende el resucitar de las sagas, los héroes anónimos, las historias de personas solitarias que encuentran un fin que los sacude de la realidad convencional a la que estaban expuestos y los lanza a la aventura, al descubrimiento de sí mismos y también a la salvación. Creo que esta temática nos envuelve, ya que nos lleva a repensar nuestra existencia y las ansias dormidas de salvación —de lo que sea que nos haga sentir atrapados—, descubriendo al ser latente que podría hacer más que lo que hace a diario. Aristóteles decía que la tragedia —el cine de la Antigüedad—, debía generar catarsis en el espectador. La catarsis se lograba por la verosimilitud, definida como aquello maravilloso posible dentro de nuestra cotidiana existencia. Creo que estas películas nos generan eso. A mí particularmente, me dejan sintiendo la ausencia de esa persona que también soy y que duerme cotidianamente tras las rejas del convencional mundo.

NECESIDAD KANTIANA

Descreo de la realidad del mundo cuando se muestra feroz. Me vuelvo escéptica en mí y en la humanidad y reniego de que exista algo más allá que me explique los cómo o los por qué de todo lo que está mal. No hay nada, me respondo. Y tanto mis sentidos como mi absurda razón me ratifican el hallazgo: nada.
Kant ya lo dijo. Ni el empirismo ni el racionalismo podrán develarnos aquello que no es tangible; no hay síntesis posible de lo que no puede captarse por estas vías y por lo tanto, no hay juicios que expliquen la irracionalidad del mundo cotidiano. Y entonces recurrió a la razón práctica. Yo me siento como él: vista la realidad del mundo, necesito creer en la posibilidad a un algo intangible que me muestre el milagro.

HOLISMO

El teórico explicó frente a su público en la universidad, que no existen hechos aislados, que todo se integra a un esquema mayor que contempla esas pequeñas partes que separadas entre sí, no llegan a formar un conjunto. Esto es el holismo, dijo a los concurrentes y reveló que así como cada uno de ellos era un sujeto aislado, en ese momento estaban congregados allí, formando un público. Si hay uno o dos menos, por ejemplo, no se notará. Tal vez si hay diez menos o diez más, tampoco se haga una diferencia. ¿Hay alguno con más importancia que los otros? No lo sabremos, les dijo. ¿Alguno que sea prescindible y que pueda ser reemplazado?: todos, aunque no simultáneamente. Esto es el holismo, ratificó. Terminada la conferencia, la multitud se deshizo. Cada uno por su lado siguió pensando en las palabras del teórico. Yo me quedé con el espíritu convulsionado, intuyendo que sin una referencia contextual, no era nada.