POÉTICAS ABSURDAS

miércoles, 13 de junio de 2012


Busco una mirada particular sobre el mundo, pero mi mirada aunque es particular, coincide con lo que atrae a la mayoría: lo común, lo convencional, lo intrascendente.  Ni siquiera encuentro una perspectiva que salve mis fotografías, o tampoco tengo una dificultad en mi ojo que me estire o coloree las figuras de forma diferente.  Para colmo, tengo un gusto más que convencional por los libros y no entiendo la poesía, esas escrituras íntimas o reaccionarias en versos.   Qué mal para mi arte.  No consigo una poética que me rescate.

LOS HACEDORES

El joven arquitecto bosquejó en un papel el diseño de su casa ideal.  El living estaría para abajo —tres escalones de madera serían su margen— y su corazón sería una chimenea.  El comedor se ubicaría bajo un techo abovedado y a las habitaciones las pondría encima, en declives, aprovechando las patas cojas de sus muebles.  Una escalera móvil uniría ambos pisos, porque había que ganar espacio para cuando vinieran las visitas.  Los baños eran molestos pero imprescindibles, así que los ubicó detrás de cada puerta, para que se adelantaran a la necesidad del usuario.  El diseño se completaba con enormes ventanales que le darían luz a todos sus espacios, aunque una pared quedaría liberada para acodar su absurda biblioteca.  Llamó al albañil, el más certificado por su gremio, que miró los planos y le dijo que sería imposible.  Ante la decepción del arquitecto, lo miró con esas miradas comprensivas que se usan con los niños y agregó que “el mundo todavía no estaba preparado para un diseño así”.  Yo, que fui testigo de la situación, le pregunté al albañil por qué le dijo la segunda frase si el diseño era realmente absurdo.  Y el albañil, con la misma mirada, me dijo “porque es verdad”.