REENCUENTRO

sábado, 14 de agosto de 2010

Había deseado volver a ese bar porque allí había tenido una profunda revelación, y ahora que volvía a esa ciudad, finalmente podría hacerlo. Dio un enorme rodeo como la otra vez. Esperó a que se hiciera la hora pico para encontrarlo: afuera, con la calle atestada de transeúntes y adentro, con algunas mesas ocupadas y la parsimonia de los mozos que vestían sus chalecos a rombos. Entró, se acomodó en el mismo lugar, pidió un cortado mediano; todo igual que la otra vez. Puso el mismo libro al costado y esperó. Pero la revelación no llegó. Repasó en su mente si había obviado algo pero todo había sido hecho de la misma manera. Esperó un poco más: nada. Pidió otro cortado, se quedó hasta la hora del cierre que fue pasada la medianoche y entonces sonó un mensaje en su celular. Allí, la profunda revelación le indicaba que volverían a encontrarse, pero no le dejó detalles de cuándo o bajo qué circunstancias.

GESTALT

Si hay formas incompletas y el sujeto debe completarlas, la vida entonces, es como un inmenso lienzo donde cada cual va plasmando su obra. El resultado será una síntesis de avatares varios, donde el sujeto que somos juega eternamente a perderse o conquistarse.

EL MIEDO MÁS PROFUNDO

Tengo miedo de que el sujeto impersonal se imponga. Tengo miedo de que la novela negra sea la única representación verosímil posible. Tengo miedo de abandonarme al azar. Tengo miedo del miedo.

PROLONGACIÓN DE LA INMORTALIDAD

Permanecemos velados a la muerte mientras vivimos. Tenemos instantes de inmortalidad en los que ella no puede encontrarnos. Un velo de vida nos cubre, y la muerte —que es miope— solamente puede llevarse a los que encuentra. A veces siento que este velo es delgado, demasiado fino y por eso, agacho la cabeza y hasta ando en cuclillas para que no me encuentre. He sentido su aliento de musgos y de líquenes. He visto su sombra. Entonces me he escabullido hacia alguna zona segura, buscando las cercanías de alguien que rebose de vida y que por eso tenga un velo majestuoso. Esto me ha resultado hasta ahora. Como conocedora de este secreto creo que podré permanecer en la inmortalidad por un largo tiempo.

NÓMADE

Cada vez que volvía a su hogar, maldecía su suerte. Aunque todos lo recibían con los brazos abiertos y se alegraba de volver a las personas, a sus cosas y sus libros, internamente sentía la inminencia de una nueva partida. Y siempre prometía que esta vez iba a quedarse. Y programaba el despertador para el día siguiente, acomodaba su ropa, concurría a su trabajo, organizaba lo que tenía que tener en la heladera, visitaba a sus amigos, pagaba los impuestos y pintaba alguna que otra pared o movía de lugar un mueble. Y mientras hacía esto para rellenar las agotadoras veinticuatro horas del día, extrañaba acostarse con el cuerpo dolorido, el alma ansiosa, la imaginación estallándole. Miraba por la ventana para convencerse del definitivo arraigo… pero el mundo seguía desaforadamente allí.

SINCRONISMO

A medida que realizaba sus obras el artista descubría que plasmaba ideas que antes habían estado difusas, ambiguas, larvales en su mente y ahora, viéndolas nacer sobre la página en blanco, las reconocía en su estado puro, aunque mediadas por aquello que la cultura había hecho de él. Pensó que así como los hijos tenemos dos padres, las ideas son engendradas por progenitores múltiples, pero son dadas a luz por cada persona, individualmente. Concluyó con que nada proviene de uno mismo, al tiempo que todo proviene de uno mismo.