LA ETERNA INICIACIÓN

sábado, 25 de diciembre de 2010

En la primera parte de su vida, aprendió esquemas de supervivencia —resistir la adversidad, desear lo mínimo necesario, no esperar nada de los otros, etcétera— que debió desechar en la segunda parte de su vida, ya que estos mecanismos no eran tan efectivos en la sociedad más amplia, que tenía un poco de todo. Aquí se encontró con que ya era viejo para saber tan poco del mundo y la vida, pero demasiado joven como para poder descifrarlo. Invirtió años tratando de entenderlo y cuando más o menos lo hizo, creyó transitar la tercera parte de su vida, en la que comprendía lo que debía hacer, pero en la que se encontró con que sus viejos hábitos volvían a atraparlo en los viejos esquemas de supervivencia. ¿Cómo vivir, entonces? Si escapaba de sí mismo volvía a caer en sí mismo, pero si buscaba cambiar, la incertidumbre volvía a encerrarlo en lo que antes le había dado resultado y volvía al sí mismo al que estaba habituado, pequeño y previsor, por temor a perderse. La respuesta se le aparecía como un salto al vacío. Ignoraba si de su coraje, su voluntad, su confianza o qué, saldrían las alas que le permitirían volar.