SITUACIONES DE RIESGO

sábado, 20 de noviembre de 2010

Mi vida es como la de un agente secreto. Todos los días me enfrento al peligro. Por ejemplo: en cuanto apago el despertador, soy consciente del riesgo a electrocutarme. Mi muerte o recibir quemaduras de tercer grado pudieron haber estado programadas para el minuto exacto en que yo extendiese mi brazo para apagarlo. Si sobrevivo al despertador, todavía queda la cafetera, la desconexión de la alarma, el encendido del auto. A mi secretaria le hago probar el café antes de tomarlo yo, porque puede estar envenenado. Y no como nada fuera de los lugares que ya han asegurado mi supervivencia, aunque chequeo las nóminas de los empleados y aún indago sus currículos para asegurarme que no haya algún rebelde entre ellos. No llego al extremo del barbijo porque sé que no buscan a la masa sino solamente a mí. En las horas pico del tráfico, sé que determinadas esquinas o número de chapa me persiguen. Y cuando soy peatón, algunas miradas me advierten que me han marcado para ser la siguiente víctima de un asalto callejero o también, la víctima de una mujer que pretende la más cruel de las agonías. Soy resistente. Estoy muy bien entrenado. Hasta ahora, sigo invicto.

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