APRIORISMO

domingo, 4 de julio de 2010

Luego de mucho meditarlo y realizar algunos experimentos fallidos, el científico consiguió viajar en el tiempo. Como los físicos en boga sostenían que no se podía ir más que hacia el futuro, viajó al pasado para refutarlos, y fiel al modelo de Wells, solo alteró la variable del tiempo y no la del espacio, retrocediendo doscientos cincuenta precisos años hacia el lugar que aún no ocupaba su actual laboratorio. Regresó al cabo de unos días. Sus colegas lo notaron desorientado y confundido. No consiguieron sacarle palabra alguna y las fotos en su cámara digital revelaban que sí, que había viajado hacia el pasado, pero las tomas fuera de foco y algunos planos que tenían escasa pertinencia como documentos, daban a entender que la misma desorientación que tenía ahora era la que había padecido mientras estuvo allí. Revisaron la máquina del tiempo a fin de encontrar algún desperfecto que diese la pista sobre la demencia del científico. Encontraron, dentro de su notebook, un papel doblado con una inscripción manuscrita que decía: las categorías del entendimiento son a priori, reproducirlas a posteriori conducen a un absurdo cognitivo. La nota estaba firmada por el mismísimo Kant.

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