Porque la vida es también esa cosa desapasionada que te toca la puerta. No sé. La mugre que se junta en las esquinas, el tedio del horario laboral, otra reunión a la que tenés que ir porque son compromisos asumidos. Como las estaciones. Me gustan la primavera y el verano, pero tengo que vivir indefectiblemente el invierno y el otoño. Sin magias, sin romanticismos y sin poder rebelarme porque no me sirve de nada. Y así, la vida se te aparece con cara de lunes, con el kilombo que armaron los vecinos anoche, con la rueda pinchada del auto o el malhumor de otros que se te cruzan ese día. Y vos te parás y decís, “esto no lo elegí”. Y es verdad. Pero también es verdad que tus planes siguen, tu vida sigue, tus logros o tus metas están ahí, en el mientras tanto, esperando el momento preciso en que deben manifestarse, en los que sí, la vida es maravillosa. Y yo que había creído que la vida era constantemente grandiosa, que en todo momento se te manifestaba con esa vitalidad o plenitud que esperás llevarte a la tumba. Pero descubro que más allá de la grandeza, el mientras tanto es lo que más persiste en la maldita cotidanidad.
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1 comentarios:
solo soy alguien mas al cual le cautiva sus pensamientos; al leer cada uno encuentro indefectiblemente similitudes muy directas a la vida que llevo. gracias por compartir tus pensamientos fabita!!!
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